Cultura

Al rescate del premio Nobel de Literatura 2007: Doris Lessing (1919-2013)

La heroína intelectual de todas las causas nobles

Por Dante Galdona

Twitter: @DanteGaldona



Inicialmente subyugada en el seno familiar, con un espíritu libertario en busca de mundos desconocidos, su vida fue el ejemplo de coherencia ideológica con sus propios valores. Asumió equivocaciones con la frente en alto, cambió de parecer, y se preocupó por mantenerse firme en los valores propios, prescindiendo de esquemas.

El valor de la inteligencia

“El cuaderno dorado” es el libro que más la representa, aquel por el cual es mundialmente conocida. Pero a pesar de haber logrado un boom de ventas y haber cosechado las mejores críticas por él, muchos de sus restantes libros son idénticos en calidad e incluso lo superan.

Pero sucede que “El cuaderno dorado” es el punto de inflexión del entramado biográfico y literario de Doris Lessing, y eso, según parece, es el plus que lo hace importante. Doris Lessing, antes de ese libro; Doris Lessing, después. Si nos paramos en el punto de esa obra vemos la bifurcación clara de su línea de vida y obra.

Luego llega el encuentro de los caminos, y resta asombro para comprender que siempre ha sido uno, bien ancho y variopinto. Y qué gran desafío es Doris Lessing y sus caminos bifurcados que se unen para dar cierre a una larga vida con contradicciones aparentes que terminan siendo el signo de una inteligencia sólo reservada a personas de entereza intelectual.

Contradicción que es en realidad, una digna expresión de un cambio de pensamiento, el reconocimiento libre y desprejuiciado del propio error.

No hay inteligencia más supina que advertir el propio error para poder cambiar el rumbo del pensamiento, aunque muchos prefieran la bestialidad de insistir en el error por no asumirse equivocados.

Doris Lessing cambió de paradigma cuando a su criterio la realidad le indicaba hacerlo. El gran signo de inteligencia no es la justificación de la propia ideología, sino la dignidad de reconocer el propio error y obrar en consecuencia.

Doris Lessing es sinónimo de ese tipo de inteligencia tan poco común.

Tempranamente sola en el mundo

Nació en Persia, actual territorio de Irán. Adonde se habían trasladado sus padres luego de haberse enamorado, quizás al influjo del síndrome de Florence Nigthingale, tras la primera guerra mundial. Ella era una enfermera y él un oficial del ejército británico. Ella, rígida y exigente. El, ausente y amputado. A los quince años, Doris deja el hogar de sus padres y se lanza al mundo.

Trabajó como niñera para obtener sustento y comenzó su educación en forma completamente autodidacta, la cara opuesta a la férrea disciplina del instituto de monjas en el que su madre la había internado. Su autoeducación fue más efectiva que el esquema del encierro, porque Doris Lessing desarrolló una carrera intelectual brillante, y un pensamiento tan propio como lúcido.

Cerca de su veinte años, cuando trabajaba como operadora telefónica, conoció a su primer marido, con el que tuvo dos hijos y del que se separó unos cuatro años después. Ya estaba perfilando su independencia social, la que daría paso luego a su independencia intelectual.

La joven recientemente separada comenzó a acercarse a los cenáculos marxistas, donde se enamoró de su segundo marido, y padre de su tercer y último hijo, un judío alemán escapado de los nazis. Comenzó a reconocer la importancia del marxismo, militó convencida y fervientemente en favor de los ideales comunistas y escribió “Canta la hierba”, un libro que toda mujer marxista debería tener en su mesa de luz, un libro que todo marxista debería aprender a disfrutar.

Pero las purgas y el efecto del ejercicio práctico estalinista del marxismo ruso la defraudaron y ella, sagaz, autorreflexiva e inteligente, no dudó: su esperanza en el marxismo había llegado a su fin. Para cuando publicó “Canta la hierba”, ella ya había hecho el camino que la protagonista de su novela nunca iba a tomar.

Doris Lessing escapó de los mandatos sociales, de la familia, del matrimonio, de ser la madre de hijos antes que mujer, y, dejando a sus dos hijos mayores con su padre y llevándose al más chico de una mano y la obra literaria en la otra, se dirigió a Inglaterra, buscando el destino que se había empeñado en conquistar. Y conquistó gran parte de las letras del siglo 20, fue el icono del feminismo de mediados de siglo.

Contra todos los mandatos

Habiendo conquistado al mundo editorial, eligió la contradicción de no rendirle pleitesía y le jugó una broma pesada. Envió a unas cuantas editoriales algunas novelas de gran factura con un seudónimo sólo para demostrar las dificultades que tienen los escritores noveles para publicar, dejando en claro que importa más el nombre que la calidad de la obra.

Habiendo conquistado al movimiento feminista, habiéndose convertido en la heroína por excelencia del grito libertario de las mujeres en busca de romper las cadenas de la opresión de la sociedad machista, advirtió del problema de llevar una serie de reivindicaciones justas por el camino del fundamentalismo.

Escapó de la estructura social impuesta que la ubicaba, como a la mayoría de las mujeres, en un lugar secundario de la construcción de la sociedad. El precio que pagó fue dos hijos y el desprecio y la incomprensión de la sociedad.

Muchos más estuvieron en el lado de las causas antisegregacionistas y anticolonialistas, Doris Lessing comparte un lugar especial en ese bando.

Toda su obra está atravesada por el respeto a esas causas, lo que le valió la prohibición de ingreso a Sudáfrica y Rhodesia, su país, hasta 1995, cuando terminó el régimen del apartheid.

A diferencia de otros escritores, todos sus libros mantienen elementos de todas las causas que abrazó. En cualquiera de sus libros se encuentran, algunos más marcados que otros, elementos de las causas marxistas, del feminismo, de la lucha contra la discriminación racial y la opresión, y sobre todo, la contradicción entre el bien común y el ejercicio de conciencia individual. Y eso en una obra tan prolífica, no es poca cosa.

Obtuvo todos los premios importantes de literatura y algunos más. Premio Príncipe de Asturias, premio Shakespeare, Somerset Maugham, Premio Austríaco de Literatura Europea, premio Médicis y premio Nobel de Literatura.

A todos les restó importancia, cuando la entrevistaron en ocasión de haber resultado ganadora de este último, les recriminó a los periodistas, que esperaban encontrarse con una abuelita salida de un cuento, por qué no habían llevado champán para festejarlo.

Murió en el año 2013. Nadie mejor que Doris Lessing para ilustrar cómo se puede cambiar de opinión manteniendo la coherencia.

Te puede interesar

Cargando...
Cargando...
Cargando...